martes, 27 de mayo de 2014

"Ladri di biciclette": Mucho más que una película

Si lo que la gente busca es Neorrealismo en estado puro, estáis frente a la creación más idónea para descubrir su significado, "Ladri di biciclette" de Vittorio de Sica. Es un drama sincero y muy humano de lo que supuso la postguerra en Italia. Gracias a los premios obtenidos se dio a conocer en todo el mundo, convirtiéndose en una película inmortal que se ha convertido en la abanderada del movimiento de cine italiano con más repercusión y seguidores.

Antonio (Lamberto Maggiorani) y su hijo Bruno (Enzo Staiolay) en "Ladri di biciclette" (1948) de Vittorio de Sica.
Hablamos de la obra más valorada del Neorrealismo (junto a "Roma, città aperta" de Roberto Rossellni) y la más conocida por el público. Y es que, la realidad y los estudios hacen ver que se trata de una de las pocas producciones realmente neorrealistas, que cumplen con todas y cada una de las características que reivindicaban los directores italianos: La utilización de actores no protagonistas, la luz natural o la grabación en escenarios reales de la ciudad (aún derruida por la II GM) son la clave de estos filmes con "Marca Italia" que se han hecho un hueco en los libros de cine.
Vittorio De Sica, con su "Ladri di biciclette" (1948) y gracias a la ayuda en el guión de Cesare Zavattini, consiguió adaptar una novela y mostrar la historia de un padre y su hijo, ambientada en su mismo tiempo. La película, que era la octava para De Sica, contó con la expectación del público gracias a la fama lograda con su filme "Sciuscià", que lo encumbró como uno de los mejores directores de la época.

Además, es innegable la influencia de esta película en el cine italiano, como podemos comprobar en otras producciones de éxito internacional como: "La vita è bella" de Roberto Begnini o "Cinema Paradiso" de Giussppe Tornatore, ambas premiadas en los Oscar, y en donde podemos ver la relación entre un adulto y un niño. La importancia y el simbolismo de la bicicleta en Italia es un leit-motiv que observamos en muchos largometrajes italianos, y un elemento recurrente tanto estética como visualmente, excelente para comprender la época o el tipo de persona a quienes se graba. Del mismo modo, ha sucedido a lo largo de la historia del cine con otras máquinas como: carruajes, tranvías o trenes.


La singularidad de esta película es su narración clásica y argumento simple que consiguen enamorar a la audiencia. Gracias a la empatía que se siente al ver a un buen padre (con una moral férrea y valores justos) junto a su hijo (sincero) tratando de hacer las cosas bien ante las injusticias de una sociedad corrupta. 

Pero las circunstancias extremas de la postguerra llevan a los protagonistas a tomar decisiones en contra de sus principios, que los cambiarán para siempre. La vergüenza y la madurez afloran en el mismo instante entre padre e hijo que comprenden la maldad de la sociedad y la incomprensión de sus conciudadanos.


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